• Cuando el domingo dan la vuelta,
    sombrerito nuevo, nuevo el vestido
    con la madame, la madame a la cabeza
    "¡ Carajo qué fiesta, carajo qué fiesta ¡"
    y todos tras la procesión
    de la Teresina del teresón
    todos a mirar a las hijas del diablo
    ¡ Qué hosta de trabajo, qué hostia de trabajo ¡
    y a este balanceo de cachas y tetas
    le dan revuelo también los más pequeños
    ¡ Mamá, mamá, dame dinero!
    ¡ Quiero ir al burdel, quiero ir al burdel ¡
    y cuanto más se adentran en la ciudad
    más ojos y voces las siguen detrás
    les dicen lo que no pueden decirles
    los jueves, los sábados y los lunes

    En Pianderlino* chupa pollas
    En la face* muslos de cascanueces
    En Carignano* coños de tercera mano
    Y en Ponticello* les muestran el nabo
    Y el director del puerto, que ve el oro
    en aquellas nalgas que descansan del trabajo,
    para que no se note que está contento
    que el muelle nuevo tiene financiación,
    se confunde en la confusión
    con los ojos llenos de indignación
    y les grita, les grita:
    "¡ Putas sois y siempre lo seréis!".
    Y tú que te desgañitabas tras ellas,
    ya ni el olfato te rige,
    feo imbécil cargador de Cristo en las procesiones,
    que no eres el único que se percató,
    que en medio de aquellas criaturas,
    que se ganan el pan desnudas,
    va,va,va,va,
    va también tu mujer.

    En Pianderlino* chupa pollas
    En la face* muslos de cascanueces
    En Carignano* coños de tercera mano
    Y en Ponticello* les muestran el nabo.


    [traduzione di José Antonio Lozano]


    * Denominación de plazas, calles y localidades de Génova.

    COMENTARIOS
    Esta canción, hace referencia a una costumbre de la vieja Génova de hace tres o cuatro siglos, cuando las prostitutas vivían confinadas en un barrio, que entonces como ahora se llama "Rebecca". Entre los derechos que se les reconocía, estaba el del paseo dominical en grupo, por otras zonas de la ciudad, quizás con el objeto de hacer publicidad de la mercancía que se ofrecía en los burdeles. Mientras paseaban, eran objeto de burla y mofa por parte de la población. Curiosamente, el ayuntamiento solía dar en contrata las casas de cita y con lo que recaudaba parece que lograba cubrir, casi por entero, las obras que se realizaban en el puerto: " Y el director del puerto que ve el oro en aquellas nalgas... está contento que el muelle nuevo tenga financiación".
    Este director del puerto, capillita hipócrita, capaz de cargar sobre sus hombros, en procesión, a un pesado Cristo, sólo para que le vean, parece que era de los que más insultos lanzaban, al paso de las prostitutas. Pero, paradojas del destino, mientras se deshacía en improperios, descubrió que, entre esas mujeres de la calle, iba también su mujer.
    De Andrè, siempre ha defendido a las prostitutas, llegando a decir incluso durante una turné: "Siendo la prostitución, quizás, el sacrificio más pesado para una mujer, no se comprende por qué no han hecho todavía santa a alguna prostituta".